Por primera vez en castellano y reunidos en un solo volumen, presentamos algunos de los fanzines de Karla Paloma, donde lo autobiográfico y lo fantástico se dan la mano para hacernos soltar una carcajada con cada viñeta. Con un estilo que recuerda a otras grandes artistas como Julie Doucet o Aline Kominsky-Crumb, Karla Paloma ha llegado para quedarse.
Keiler Roberts es la amiga que siempre quisiste tener. La persona a la que confiarías tus anécdotas y que luego trasladaría todos esos recuerdos a sus cómics biográficos, donde el detalle más ordinario cobra una nueva y emocionante dimensión. La nostalgia, la melancolía, la enfermedad, el miedo al futuro, el trabajo, el arte como escapatoria y la vida, en todas sus facetas, se dan la mano en el último cómic de Roberts, donde se reúnen algunas de sus mejores viñetas, inéditas hasta ahora en castellano.
Revoloteando sobre los terrenos nevados del Palacio de Alejandro, una polilla presencia el nacimiento de la cuarta princesa Románov: Anastasia. Sus hermanas y ella crecen en una jaula de oro, aisladas de la sociedad que vive más allá de los muros del palacio a pesar de su dominio sobre ella. Tras recibir de forma misteriosa una cámara como regalo por su decimoquinto cumpleaños, empieza a documentar la realidad que la rodea, pero el regalo trae consigo una carga que aún no es capaz de comprender. Una criatura se mueve por los márgenes de su mirada y la acecha en sueños. A medida que la revolución avanza, las esquinas del mundo de Anastasia se van estrechando. Algo la persigue, una fuerza implacable.
Keiler Roberts nos cuenta lo que le pasa y nos hace sentir todo lo que se puede sentir con su mundo de ardillas, ventiladores sucios, pájaros, calma y silencio, narvales, amigos imaginarios que nos dicen que la vida tiene sentido, risa de largo recorrido, perros, depresión y Muñecas Repollo. Keiler es esa persona con la que cruzas la mirada y te da la risa porque sabes lo que está pensando, o te das cuenta de que está triste porque se parece tanto a ti. La vida entera se explica en la escena en la que le compra un helado a su hija de camino al dentista. Todas las personas habitamos en los gestos mínimos. Estas páginas contienen la cantidad de oscuridad necesaria para que entendamos la importancia de la luz.
El corredor creía que la vida era un proceso lineal y mecánico de movimiento perpetuo, y el imitador la veía como una lucha de poder, un ascenso hacia la autorrealización. Víctimas ambos de su conocimiento vago del éxito, se embarcan en una odisea que los lleva hasta los enormes buffets de Las Vegas, que aquí aparece situada en un futuro cercano, y a través de la tierra baldía que se extiende ante ellos.
Este es un cómic sobre la enfermedad y la pérdida, sobre la maternidad y la creatividad (y los problemas que surgen al intentar compaginarlas), sobre el trastorno bipolar y los pequeños incidentes cotidianos… En definitiva, un cómic sobre la vida de Keiler Roberts, que desde 2009 narra sus hazañas diarias sin dramatismos ni grandes giros argumentales, pero con un sentido del humor tan particular que se ha convertido en su seña de identidad.
En una aldea arrasada por la peste, Agnès sobrevive de forma sobrenatural a una plaga que ha terminado con todo rastro de vida. Mientras los cadáveres se amontonan a su alrededor y el miedo y la desesperación aumentan, es ella la encargada de que todo siga funcionando con aparente normalidad. Un día, y tras dejar el cadáver de su hermana en la fosa común, se encuentra con Giles, quien está a punto de compartir con Agnès la desesperanza y el dolor que el duelo deja a su paso. Juntos consiguen desafiar a la muerte con amor y, en mitad de esas pequeñas brechas de esperanza que crean en la intimidad, comparten sus miedos sobre lo que parece ser el fin del mundo.