Que exista Dios cuando deje de haber hombres que puedan imaginarlo o que la bóveda la inventaron los romanos son cosas que conviene recordar, y con mayor insistencia cuando es el hombre solo y senil quien las piensa, enfrentado a la antesala de la muerte, como el anciano señor Geiser. Aislado del mundo en su casa del cantón de Tesino, a merced del capricho climático y al amparo de sus menguadas fuerzas físicas, ya en declive y hacia el abismo, Geiser enfrenta la soledad más rotunda con la contemplación de los diminutos acontecimientos cotidianos: la regularidad del autobús-correo, las visitas del investigador solar, la sopa Minestrone que hay que calentar, la rubia carnicera, la salamandra de fuego o el viejo gato que ya no caza ratones. Y para asir el recuerdo de esos fragmentos que componen una vida entera y, en definitiva, los que constituyen el rastro humano en la historia, empapela las paredes con las hojas de un viejo diccionario, que le recuerdan cómo eran los primeros pobladores de los Alpes o cómo se dibuja el segmento áureo: esas cosas que no conviene olvidar. El hombre aparece en el Holoceno representa un brillante pulso literario contra la soledad y la muerte; es un tremendo monólogo interior en el que se constata la repetición de los gestos y el peso inexorable de las horas.

Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.


«He disfrutado con esta novela, lo cual me lleva a otra cosa: que quiero leer más libros de Max Frisch, uno de los autores más modernos del pasado siglo.» JOSÉ ÁNGEL BARRUECO, Escrito en el viento

«Un soliloquio en la antesala de la muerte y, en él, asuntos queridos por Frisch como la soledad, la identidad y el compromiso se tiñen con el agua desvaída de lo postrero. […] Un clásico.» EUGENIO FUENTES, La Nueva España

«Los síntomas del derrumbe son evidentes y sirven para dar al relato un tono que seguro divierte e intriga al lector a partes iguales.» JORDI COROMINAS I JULIÁN «Un libro que por su lucida y exquisita presentación da gusto hasta tenerlo entre las manos.» FERMÍN HERRERO, El Norte de Castilla

«Una breve novela donde no hay reflexiones, pero que invita a reflexionar. […] El hombre aparece en el Holoceno esconde más de lo que a simple vista narra: el día a día de un hombre mayor sitiado por la lluvia y por la memoria. Y eso que esconde nos obliga a pensar en cuál es la mejor manera de preservar (si es que es posible hacerlo) lo que somos, la personalidad que nos hemos construido durante años, cuando la vejez llega.» LAURA CASTRO, Solodelibros

«El hombre aparece en el Holoceno tiene un algo de Beckett, un mucho de técnicas literarias de vanguardia y un bastante de literatura mutante. No es una obra maestra como Homo Faber, es humana y eso importa incluso más.» ANTONIO BORDÓN, La Provincia

«El hombre aparece en el Holoceno recuerda, por momentos, a la prosa minuciosa de Perec, y a ese falso convencimiento en la capacidad de las ciencias para explicarlo todo. También, recuerda a ese magnífico inicio (y final) de El Jarama, de Ferlosio, que da a entender que las vidas de los hombres son meros accidentes en una tierra que permanece insensible a sus padecimientos. Y también recuerda a algunas de las descripciones geológicas de Juan Benet, que se podía demorar páginas y páginas describiendo el relieve de un determinado paisaje.» PEDRO GARRIDO, Área Esquizoide

«Una joya. […] Una expedición al centro de nuestra constitución de la mano de un individuo cortocircuitado por el espíritu del tiempo en un valle que ya no parece su hogar, sino la paradoja histórica en la que cada uno de nosotros nos encontramos cuando el mundo desaparece debajo de nuestros pies.» ÁNGEL ESTEBAN MONJE, El Pulso.es

«Un libro conmovedor y tan duro como imprescindible.» Fantastic Plastic

«En ella encontramos ya dos de las cualidades que definen su maestría como escritor: su precisión estructural y la naturalidad a la hora de tratar temas de especial relevancia para todo ser humano.» JOSÉ M. LÓPEZ, Estado Crítico